La Planchada

Moribundo el ISSEMyM por falta de medicinas

hace 2 años

Cambiaron de patente a genéricas, luego al “goteo” y ahora no hay ni paracetamol; la directora Bertha Alicia Casado en modo “avestruz”
Rodrigo Miranda Torres

La leyenda cuenta de una enfermera llamada Eulalia conocida como “La Planchada” que tras sufrir un desamor, decidió dejarse morir. 

Previo a su fin, la tristeza y la depresión no le permitió atender como siempre lo hacía a sus pacientes y el descuido a su labor costó muchas vidas. 

Y es que esa desatención provocó que la salud de muchos de sus enfermos empeorará y en varios casos que la muerte llegara sin poder hacer nada, pues no pudo soportar que un médico -con quien ya estaba comprometida-, la abandonara. 

La Planchada no soportó y murió de tristeza. Dicha carga a la larga la llenó de arrepentimiento y por lo mismo, como castigo  su espíritu fue enviado de nuevo a enmendar su error y desde entonces emprendió un cuidado a los dolientes para toda la eternidad. 

A la fecha todavía deambula por los hospitales ayudando a enfermeras y médicos. Se aparece generalmente por las noches y son muchos los testimonios que refieren la visita de una enfermera vestida de blanco que luce impecable y que les da sus medicamentos, mientras el personal duerme o “chatea” en sus teléfonos en el nosocomio.

Eulalia o La Planchada recibió el reporte y le indicaron que la situación en el Edomex estaba muy mal, pues en específico el ISSEMyM no contaba con medicamentos, ya que tenía sus farmacias vacías. 

Su ayuda era más que necesaria, pues la falta de medicamentos obligaba a los pacientes a comprar hasta un paracetamol inclusive en este tiempo de pandemia.

La fantasmal enfermera acudió a la farmacia de la clínica Alfredo del Mazo del ISSEMyM, ubicada en avenida Morelos a un costado del parque Vicente Guerrero. 

Disfrazada de derechohabiente apenas entró y fue detenida por varias personas en su mayoría personas de edad avanzada. 

-Hey!!! Hey!!! Acá va la cola, le gritó una señora de casi 70 años de edad 

-Ah perdón, solo venia a preguntar si hay mis medicinas, les dijo 

-A poco? Y usted cree que nosotros venimos por tortillas, murmuró con voz irritada un pensionado 

Una vez que se formó, entabló una charla con la mujer formada en la cola y aunque le costó un poco de trabajo al final le platicó dicha situación. 

No, es el peor desabasto que ha habido en el ISSEMyM y pensar que hace mucho años nos daban medicinas de patente. 

Usted es joven y a lo mejor no le tocó, indicó, pero hace años surtían medicinas de primera, nada de que se faltaban pastillas. 

-Y luego qué pasó? Preguntó La Planchada 

Ah, pues por ahí del año 2008 en la gestión de Osvaldo Santin Quiroz, se anunció que comenzarían a repartir medicinas genéricas por las de patente. 

Pusieron como ejemplo otras instituciones de seguridad social en el mundo y pese a manifestaciones de los derechohabientes, se salieron con la suya. De hecho, el año posterior presumieron que habían ahorrado mínimo 200 mdp, nunca supimos en que los invirtieron. 

Cinco años después con Delfino Reyes Paredes, surgió la tontería del llamado “pastilleo”. Otra vez pusieron como ejemplo que en muchos hospitales solo daban por “goteo” los medicamentos, es decir la cantidad exacta de pastillas para su mal. 

Ya con el “pastilleo” que se extendió incluso a hospitales de especialidad, añadió, surgieron los famosos vales derivado de la subrogación de medicamentos mediante el surtimiento de los mismos en diversas farmacias ajenas a la institución. 

Este mecanismo que todavía prevalece, ha sido un verdadero “Viacrucis” para nosotros, pues andas “vagando” de farmacia en farmacia para encontrar tus medicinas. 

Ahora, con esta escasez tan severa pues no hay ni un paracetamol, los pensionados no tienen otra opción que pellizcar su pensión y comprar sus tratamientos, pues simplemente no hay medicamentos o tienes que formarte por varias horas para conseguir algunos. 

-Esta grave esto, expresó La Planchada y al tiempo le interrogó, y la directora que dice? 

Pues que te cuento, con esta pandemia y el uso obligado del cubre bocas, la directora Bertha Alicia Casado, no habla ni dice nada. Es campeona en “la sana distancia” con los medios de comunicación y simplemente se encuentra en modo “avestruz”. 

Ya me va a tocar, ya me va a tocar, dijo la pensionada y cortó la platica. 

Después de dos horas de estar formada, en minutos salió molesta y le subrayó enojada a La Planchada. 

-Ya ve, NO HAY MIS MEDICINAS, ojalá que la muerte se entretenga con esto del Covid-19 y no toque a mi puerta, finalizó y se retiró de la clínica.

Foto(s): Cortesía | Bisturí Noticias
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