Ese día la mañana fue distinta para el osito “bob”, toda la familia no salió como era costumbre. Madrugar y salir temprano para llevar a los pequeños a la escuela y luego ya por la tarde su regreso, era lo común.
Un día antes, las maletas fueron preparadas y avisaron a todos de un viaje con toda la familia. Nosotros quizá no íbamos a ir, pero mucho nos entusiasmamos.
Muy de madrugada, todos salieron y a la salida, la mano de la niña Pili , me hizo parte de ese viaje. Me llené de alegría y me dispuse a disfrutar de las vacaciones.
Las horas de viaje no me pesaron, pues viajaba al lado de Pili. Todo era placer y descanso, su mano me servía de almohada. Ella y su hermano pequeño viajaban a la parte de atrás mientras sus padres adelante.
Las curvas, el bosque y la música alegre del autoestéreo, hacían más placentero el momento, hasta que de pronto un fuerte golpe, lo único que alcance a escuchar del jefe de la familia que conducía fue un nooooo y después todo fue caos.
Papá, mamá, me duele gritaba Pili, yo quedé casi a la puerta del auto y después solo vi como la gente se nos acercaba para intentar ayudar.
Después una ambulancia, los paramédicos revisaban uno a uno de quienes viajaban en el automóvil. Solo escuché que decían ya no y movían la cabeza al momento que les tocaban el cuello.
Pili y su hermanito fueron los primeros que se fueron en la ambulancia, sus padres no, todavía se quedaron inertes al interior del vehículo, yo me quedé al lado y de ahí ya no me moví.
Tiempo después se llevaron a los papás de Pili y después al automóvil. Yo me quedé aquí a la orilla de la carretera, esperando a ver si alguien viene por mi.
A la fecha nadie ha llegado, he de reconocer que extraño mi hogar, no sé qué haya pasado pero espero que alguien me lleve de la mano.
Mientras tanto, esperaré…
El oso se encuentra a un costado de la carretera Toluca-Sultepec, donde un terrible accidente acabó con la vida de una pareja y sus hijos resultaron heridos.
