La propuesta de reducir la jornada laboral en México de 48 a 40 horas semanales ha generado expectativas entre los trabajadores; sin embargo, no todos podrían beneficiarse de esta reforma si se aprueba en la Ley Federal del Trabajo (LFT). A medida que se avanza en la discusión de esta iniciativa, es importante analizar quiénes quedarán excluidos de esta medida.
Jornada laboral de 40 horas en México: ¿Quiénes quedan fuera de la reforma?
En primer lugar, aquellos trabajadores que laboran menos de seis días a la semana no podrán aprovechar la reducción de horas. La reforma está dirigida a quienes tienen jornadas de 48 horas semanales (o más), lo que significa que quienes ya trabajan menos de ese límite, por ejemplo, los que laboran cuatro o cinco días, no experimentarían cambios significativos en sus condiciones laborales.
Otro grupo que quedaría excluido son los trabajadores del sector informal. En México, una gran parte de la población activa se encuentra en esta situación, donde según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), las condiciones laborales son precarias y carecen de un marco regulatorio adecuado.
Además, los burócratas que ya tienen jornadas reducidas también se verán excluidos. Muchos empleados del gobierno disfrutan de horarios laborales que no alcanzan las 40 horas semanales. Por lo tanto, esta reforma no afectará sus condiciones laborales, lo que plantea interrogantes sobre la equidad de la medida.
¿Trabajar menos horas a la semana mejora la salud?
Estudios han demostrado que trabajar más no siempre implica producir más, sino justo lo contrario: Trabajar menos puede mejorar significativamente la salud física y mental de los individuos. Una jornada laboral más corta puede reducir el estrés, la ansiedad y el riesgo de agotamiento, permitiendo a los trabajadores disfrutar de un mejor equilibrio entre la vida laboral y personal.
Además, tener más tiempo libre puede fomentar hábitos saludables, como el ejercicio regular y la dedicación a actividades recreativas y familiares. Esto no solo contribuye a un bienestar emocional, sino que también puede aumentar la productividad y la satisfacción en el trabajo, creando un ciclo positivo que beneficia tanto a los empleados como a los empleadores.